Desde mis primeros años, dos pasiones definieron mi identidad: el deporte y la moda.
Dos mundos aparentemente opuestos pero igual de poderosos en mi vida. La disciplina y determinación que heredé de mi madre me guiaron hacia el atletismo; la creatividad y sensibilidad estética fluían por ambas ramas de mi familia, un legado artístico que siempre estuvo presente en mi entorno.
Elegí primero el camino del deporte. Amaba correr. Participaba en las tradicionales carreras del pavo y competencias escolares, hasta formar parte de un equipo de atletismo con el que competí a nivel nacional. Entrenaba seis días a la semana, pero incluso en medio de esa rutina exigente, encontraba espacio para explorar otra parte de mí: la creadora.
Gracias a mi abuela materna y a mi mamá, descubrí el placer de trabajar con las manos. Tomaba talleres de peinados, maquillaje, dibujo, bisutería y manualidades. Todo lo que hacía era para mí o para vender en la escuela. Tenía apenas nueve años. A pesar de la variedad de cursos, nunca tomé clases formales de costura. No lo necesitaba: mi abuela paterna, que perteneció a la industria de la aguja, era mi mejor maestra.
A los once años pedí mi primera máquina de coser como regalo de cumpleaños. Nadie lo esperaba. Pensaban que no sabía coser y que no la usaría. Pero en realidad, ya estaba trazando las primeras puntadas de lo que hoy se convertiría en una declaración artística: el diseño como forma de expresión, y eventualmente, como una marca.
Durante unas navidades, decidí usar por primera vez la máquina de coser que tanto había deseado. Sin experiencia previa y guiada únicamente por un tutorial de YouTube, me propuse crear un bolso de maquillaje… con todo y cierre. El resultado superó mis propias expectativas: vendí diez piezas hechas por mí. Fue entonces cuando mi familia comprendió que la habilidad de la costura no era coincidencia sino parte de un legado que corría por mis venas.
Sin embargo, una vez más dejé la moda a un lado para concentrarme en el atletismo. Como velocista, mi vida giraba en torno a la técnica, la constancia y el alto rendimiento. Pero algo dentro de mí seguía llamando a crear.
Fue durante esa etapa que por primera vez, decidí aprender costura formalmente de la mano de mi abuela paterna. Los sábados se convirtieron en espacios sagrados donde aprendía a trazar, cortar y coser. Diseñé y confeccioné mi primera blusa, trabajé con máquinas industriales y me inicié en la creación de patrones.
Aun así, el deporte seguía liderando mi camino y la moda quedó nuevamente en pausa. Pero la semilla ya estaba sembrada.
La universidad me recibió con una beca atlética. Correr seguía siendo mi refugio; me daba claridad, fuerza y dirección. Destacaba por mi salida de bloque, perfeccionada gracias a uno de mis entrenadores que siempre creyó en mí. Pero mi cuerpo comenzó a hablar un lenguaje distinto. Las lesiones se volvieron recurrentes, especialmente durante las temporadas más exigentes. Hasta que una, en particular, marcó un punto de inflexión: fue más profunda, más difícil de sanar y cambió el rumbo de mi historia.
La costura volvió a tocar la puerta, esta vez con intención. Con apenas conocimientos básicos me inscribí en un curso para confeccionar trajes de baño. El resultado: ¡un desastre! No dominaba las telas, mucho menos los elásticos. Pero entre errores y frustración, algo se reveló con claridad. No quería solo coser. Quería diseñar. Quería construir una marca con propósito.
Meses después, volví a tomar el curso de trajes de baño esta vez con más claridad y determinación. Era 2020, un año de pausa global pero de avance personal. Cerré el capítulo del deporte competitivo y me entregué por completo al diseño. Pasaba hasta doce horas al día frente a la máquina entrenando mis manos con la misma disciplina con la que antes entrenaba mi cuerpo. Descubrí que correr era mi pasión, pero la moda era y sigue siendo mi destino.
Así nació SatchelSwim. Lo que comenzó como un sueño entre telas y bocetos, hoy es una marca con presencia, intención y una propuesta clara: Enaltecer el cuerpo y la historia de cada mujer con diseños que combinan estructura, intención y emoción.
Hemos caminado pasarelas, formado parte de proyectos significativos y sobre todo, hemos conectado con mujeres que inspiran cada uno de nuestros diseños. SatchelSwim no busca seguir tendencias. Busca contar historias. Diseñar no solo para el cuerpo, sino para transformar cómo una mujer se ve, se siente y se expresa.
- Satchel